
Quiero instalar el tema de la microbiota intestinal como factor determinante a la hora de hablar de alimentación y estilo de vida, así como su impacto en la salud y el bienestar.
La microbiota actúa en todos los sistemas del organismo: respiratorio, cardiovascular, endócrino, pero tambien en el cerebro, la fertilidad y el metabolismo del peso. Incluso en nuestras emociones y nuestra manera de pensar. Si queremos tener una salud integral, tenemos que prestarle atención a nuestro intestino, que además de digerir los alimentos se encarga de absorber los nutrientes de dichos alimentos para nuestra supervivencia . Se la considera el primer órgano del sistema inmunológico y nuestro segundo cerebro.
¿Qué es la microbiota?
Se refiere a los billones de microorganismos que habitan el intestino (hongos, bacterias, virus y parásitos) y es considerado un órgano en sí mismo debido a sus trascendentes funciones.
Zoom al intestino
La mucosa intestinal recubre todo el tracto digestivo desde la boca hasta el ano, debemos cuidarla ya que tiene un rol de “barrera”. En esta mucosa reside el 70% de nuestras defensas y los microorganismos que lo habitan ayudan a proteger esta barrera para que deje pasar los micronutrientes a la sangre y tambien filtrar o evitar que ingresen sustancias que pudieran enfermarnos. Si tenemos una barrera muy porosa y permeable debido a una microbiota empobrecida, pasan al sistema digestivo toxinas que se filtran al torrente sanguíneo y desencadenan una inflamación en el cuerpo que tal vez no se perciba de inmediato en algunos casos, pero empieza a deteriorar al sistema inmunológico.
Por otro lado, existe una comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, y está regulada en gran medida por la microbiota, es decir la alteración de la microbiota puede afectar nuestros estados de ánimo y viceversa, la alteración de estos puede también afectar a nuestras bacterias.
¿Cómo mantener una microbiota en equilibrio y fuerte?
Los 4 pilares básicos son:
- Alimentación completa y variada, rica en fibras (verduras y frutas de diversos colores), polifenoles (arándanos), champignones, y alimentos fermentados (yogur, kefir, chucrut). Frutos secos y semillas. Proteínas animales de buena calidad. Grasas saludables como el aceite de oliva y la palta. Evitar alimentos ultraprocesados y disminuir los procesados.
- Actividad física de acuerdo a la edad, mantenernos en movimiento diariamente.
- Dormir 7 horas como mínimo y de corrido.
- Gestionar las emociones y el estrés: respiración, yoga, meditación, el contacto con la naturaleza.
“Pequeñas grandes victorias”
Los cambios de hábitos paulatinos que podamos incorporar nos aseguran mejores resultados y sostenibles en el tiempo. Proponernos cada día pequeñas mejoras, comer mas balanceado y tomar consciencia hace que compremos aquellos alimentos que nos hacen sentir bien y no padecerlo como un sufrimiento. La mejora de la microbiota se empieza a percibir en pocos días, síntomas como inflamación abdominal, constipación, sobrepeso, calambres, dolor de cabeza, candidiasis recurrente entre otros, comienzan a ceder y nuestra calidad de vida mejora. Conectar con el sentido de la alimentación consciente es clave para experimentar un cambio “real”.
Comamos desde la calma, saboreemos en lugar de apresurarnos. No seamos tan duros con nosotros mismos, mimémonos, premiémonos, tal vez no con comida sino con otras cosas. Una microbiota cuidada es la mejor manera de cuidarnos a nosotros mismos para alcanzar el bienestar pleno.



